Son muchas las relaciones en nuestra vida que en realidad aunque no lo parezca estamos vinculados mediante un contrato y no sólo las que resultan obvias como un contrato laboral, de vivienda, etc., pues en realidad cualquier acción que hagamos en la vida que se trate de un pacto entre ambas partes es contrato, un u otro tipo de contrato, pero contrato al fin y al cabo.
Pero aquí no queremos adentrarnos en el magma de entrar a valorar todos aquellos contratos que sin parecerlo no son ni características por el estilo que nos adentrarán a un terreno sumamente amplio y nos conduciría por recovecos que alargarían extremadamente esté texto, aquí nos queremos referir a aquellos contratos que aún y cuando no son contrato también lo son en la telefonía móvil y servicios por el estilo.
En el imaginario popular (y la publicidad comercial hablando de «contrato» y «tarjeta» también ha ayudado mucho) existe la idea de que si compramos por ejemplo una tarjeta SIM de una determinada operadora pero la misma es de prepago no tenemos un contrato por la compañía, pues existe la creencia de que sólo existe contrato cuando contratamos un contrato para la SIM, pero para nada es así.
Por el simple hecho de adquirir esa SIM y utilizar los servicios de esa operadora ya estamos ligados a un contrato, del mismo modo que la operadora queda ligada con nosotros por medio de esa compra, de ese contrato. Ese contrato será distinto sí en su redactado, tendrá condiciones diferentes, no nos ligará a permanencias, en definitiva será un pacto, un contrato distinto, pero será un contrato en toda regla, un contrato al que le llamaremos de servicios de prepago y al otro de servicios de postpago, pero contratos todos al fin y al cabo.